Quien más, quien menos, con la acumulación de kilómetros, derrotas y victorias, alegrías y penas, acaba por añadir algunos trucos de cosecha propia para intentar que la experiencia sea lo más llevadera posible. Uno de los grandes enigmas cuando salimos a correr es si lo estamos haciendo al ritmo correcto según la exigencia física que nos hayamos propuesto ese día.
Resolver esa duda es bastante más difícil de lo que parece, intervienen un montón de factores, y muchos de ellos quedan fuera de nuestro control. Una técnica que quizá (solo quizá, ya cada corredor es un mundo y cada mundo es una aventura nueva) te ayude a adivinar si vas bien, regular o rematadamente mal está en la capacidad para conversar y reflexionar mientras estamos en pleno ejercicio físico. Y es que de la fluidez a la agonía hay la misma distancia que del elogio al insulto, una simple mala decisión.
Ritmo fácil
TIPO
Conversación fluida.
¿EN QUÉ SITUACIÓN?
Entrenamientos suaves.
Tiradas largas sin objetivo de tiempo determinado.
Ejerciendo de liebre a ritmo cómodo.
Primeros kilómetros en pruebas de larga distancia.
_
Ritmo de carrera
TIPO
Pensamiento fluido centrado en la prueba.
Reflexiones cortas en voz alta.
¿EN QUÉ SITUACIÓN?
Entrenamientos de intensidad media.
Carreras a ritmo óptimo.
Ritmo medio de larga distancia.
_
Ritmo de marca
TIPO
Respuestas y preguntas concretas.
Pensamiento obsesivo con la carrera.
¿EN QUÉ SITUACIÓN?
Entrenamientos de intensidad alta.
Carreras cortas a ritmo de marca personal.
Cambios de ritmo.
_
Ritmo forzado
TIPO
Respuestas monosilábicas.
Pensamiento negativo.
¿EN QUÉ SITUACIÓN?
Entrenamientos de intensidad muy alta.
Sprint a meta.
Secuelas de ir a ritmos demasiado forzados.
_
Ritmo agónico
TIPO
Incapacidad para hablar.
Dificultad para pensar con claridad.
Reflexión mental incoherente.
¿EN QUÉ SITUACIÓN?
Pájara causada por ir a un ritmo excesivo
Crisis física y mental por factores externos (cansancio previo, calor, hidratación…).
_______________________________________________________