Que por ahí van diciendo que en breve se acaba la prisión domiciliaria y podemos volver a salir a tomar el aire y, en nuestro caso, calzarnos las bambas sin paredes haciendo de muro más chungo que el de la maratón.
Pero nos ha pillado tan en bragas que el desconfinamiento que, depende cómo lo asumas, puede ser más traumático que otra nueva versión del Resistiré en boca de Melendi. Y es que las expectativas que tenemos (vamos, volar a lo Bekele gracias a los ejercicios de la Patry Jordan) sobre lo que será la dura realidad (sacar el hígado antes incluso de que tu GPS halla pillado la señal) nos puede llevar a que la hostia se sienta más allá de Orión. Y es que, chic@s, es volver a la virginidad atlética. Así que va doler, no sabes cóooooomo va a doler.
Para evitar cualquier error fatal, aquí os propongo una serie de normas y reglas a cumplir estrictamente por todos y cada uno de los corredores que habitan este planeta (que cuento que triplica la población total de la gente normal en Tierra por la brasa que hemos dado estos días) que nos permitirá una puesta a punto progresiva sin traumas físicos ni, sobre todo, emocionales (que estamos que a la más mínima nos salta la lágrima).
Un plan sin fisuras. Bueno… Será más bien un plan con fisuras. Con fisuras en los metatarsianos, en el peroné…
Ahora más en serio: Cuidaros vosotros y cuidaros del resto cuidando de mantener la distancia social cada vez que salgáis a correr.





