El estrés, el caos y los berrinches infantiles de los centros comerciales. Las listas musicales llenas de trolls y talifanes. Los puñeteros remixes makineros de villancicos que te persiguen allá donde vayas. Ese ‘amigo’ que insiste una y otra vez con el sobadísimo ¿chiste? de «nos vemos dentro de un año» (Doctrina Parot, no merece menos).
No sé si será por el cambio climático, por un agujero de gusano que modifica el marco espacio/temporal (sí, hay sobredosis de Interstellar) o porque el nombre te hace vender más inscripciones que boletos de lotería en tiempos de crisis, pero lo que está claro es que rebautizar una carrera con el término San Silvestre es el último grito dentro del mundillo de las carreras populares. Como no vamos a ser menos os dejo este croquis con el próximo calendario de sansis que están por llegar. ¿31 de diciembre?Eso es tan del siglo XX.
Y si me falta alguna… ya sabéis, este calendario tiene que ser más rojo que Pablo Iglesias.
Y aquí tienes un montón más de Runingrafías.
Si quieres saber que es lo que se va a cocer en el mundillo de las carreras populares este 2014 seguramente estés en el lugar equivocado.
Es cuestión de tiempo que las san silvestres acaben sucumbiendo al síndrome de las luces navideñas: que se anticipen tanto en el calendario que al final nos alumbren en pleno agosto tomando el sol en la playa… y acaben perdiendo su sentido. La Sansi Viladecans es una de las más madrugadoras de las centenares que se celebrarán de aquí a final de año y para el que esto escribe una oportunidad para comprobar de primera mano como se desenvuelven la gente de La Sansi con una de sus clásicas.
Si las cosas han salido bien estaremos diciendo «Hola 2013» a ritmo de resaca (si has tenido bemoles de leerlo el pasado año es que estás tan enfermo de running que ya padeces la epidemia runner… bueno, tanto como yo que me ha dado por escribirlo…). Esto sería una rutina anual de bajona sino fuera porque ha sido la recompensa a cascarnos 10 km. en los estertores del pasado año en cualquier San Silvestre. Concretamente en la Cursa dels Nassos. Una prueba que combina perfectamente la competición y la fiesta, y que pese a que cada año aumenta la participación (esta vez hasta los los 11.000 corredores) aún se mantiene en unos márgenes sostenibles, aunque en esta ocasión ha dado la sensación que al cinturón no le queda ningún agujero más al que amarrarse antes de desbordar tripa.
