A examen: Cursa de l’Amistat

Hacer encaje de bolillos para sacar un par de horas libres en un día entre semana y poder hacer cola a primerísima hora para conseguir un dorsal. Levantarte a las 5 de la mañana y pegarte el palizón de tu vida dejando el coche en una punta de Barcelona y cruzar la ciudad y comerte una mortal subida para llegar a la salida (toma calentamiento). Meterte entre pecho y espalda 10 kilometrazos de eterna y agónica subida cuando los primeros 5 te venden que esto iba a ser un paseo. Pensar “¿qué demonios hago un 1 de noviembre chiquiteando por la carretera de Vallvidrera si podría estar zampando panallets y disfrutando de la caraja post Halloween en mi tentadora cama?“…

¿Y todo esto por qué? Pues todo esto es por una carrera que si no existiera habría que inventarla y que no entiende lo que es el paso del tiempo. Esa carrera es la Cursa de l’Amistat y es una maravilla

Sigue leyendo