Sant Andreu se lleva ya de forma material y definitiva la Orelluda del Correbarri a casa. Y no será porque no se lo han merecido: espíritu de equipo y un fer pinya engrescando a todo un barrio para calzarse las bambas y dar el todo por el todo y en tres años ser auténticamente imbatibles.
Un Correbarri algo pasado por agua pero que no ha aguado para nada la fiesta de una carrera que es algo más que eso y que, para el que escribe este texto, es una de las dos o tres mejores carreras que tenemos en la ciudad. Orgullosos de ella.