Cualquier carrera que comience a las 8:30 despierta en mí la más absoluta pereza (lo siento, las sábanas se me enredan), pero tengo que reconocer que en esta ocasión el horario está más que justificado: esquivas lo máximo posible la canícula veraniega de una Enrucada que venía con novedades con el circuito muy celebradas finalmente por ese buen puñado de corredores y caminantes que agotaron las inscripciones de una carrera que se lo merece por organización, trato al corredor, escenario y ambiente familiar.