Que si un peaje en una montaña para sacar tajada del chollo del running que obliga a un desmentido por parte del propio Ayuntamiento. Que si quieren multarnos por ejercer nuestro inviolable derecho constitucional a correr cuando eso solo se extrae tras una lectura torticera e interesada de un texto con mayores peligros para la vida social que el hecho de que un pavo se calce las bambas. Y ahora, que si nos quieren imponer un límite de velocidad por correr más rápido de lo humanamente posible al que debe responder una DGT casi de inmediato abochornada al ver como alguien es capaz de retorcer sus comunicados con más mala fe que un tertuliano a cobro de su partido político.
Ya sea por A o por B, los corredores somos personajes torturados por una sociedad que nos ve como una amenaza más grande que el líder de Al Qaeda haciendo edredoning de Gran Hermano VIP en horario infantil infectado de ébola y tarareando una canción de Pablo Alborán.
Haceros, hacednos, un favor… No más drama…