Hace un año del #PutoCovid, hace un año que, por desgracia, una pandemia nos sacudió de lleno con una virulencia que la mayoría de nosotros nos cogió desprevenidos y de ahí ese KO técnico que nos ha dejado grogui más tiempo del deseado. Y aquí seguimos, intentando levantarnos de la lona sin aún saber cómo hacer una buena defensa a estas acometidas que van directas a la mandíbula (las secuelas que ha dejado, los allegados que se han quedado por el camino…), al ánimo (a nivel de salud mental ha sido catastrófico) y a nuestra forma de vivir (ya sea por la parte económica -un desastre para muchos hogares- o social -perder casi todo lo que vale la pena y nos hace parte de una comunidad-). Eso es lo que nos ha dejado el #PutoCovid y eso es la lección que debemos aprender para evitar en un futuro repetir el mismo escenario.
También hace justo un año que dejamos de hacer una actividad mucho más prosaica pero que es parte de nuestra día a día (unos hacen arte, otros buscan los rayos del sol, algunos combinan armónicamente notas musicales, los hay que disfrutan de una charla alrededor de una mesa, a mí me gusta correr). Hace un año de la suspensión de esa Marató de Barcelona que batalló hasta la última semana por celebrarse y que cayó cuando todo se hizo irremediable. Una maratón que corrí imaginariamente por Twitter porque el#PutoCovid nos enclaustró en las cuatro paredes de nuestros hogares y porque una manera de entretener haciendo aquello que mejor se me da (un poco el payasete). Esta fue mi Marató de Barcelona 2020.