Culpable de ser corredor

Minor Threat Culpable de ser corredor

Washington DC, principios de los 80. Cuatro adolescentes granudos, lechosos y enrabietados se suben cada noche al escenario para escupir en la cara su soberbia a una generación de punks que hundían el mensaje nihilista y anárquico del No Future en el pozo de las drogas duras. Vegetarianos, abstemios, autosuficientes, izquierdistas y, no hay que olvidarlo, de buena cuna, disparaban contra todo y contra todos sin pensar en ningún momento en que las buenas formas a veces son un medio más lento pero más provechoso para conseguir sus objetivos. Las metáforas nunca fueron el fuerte de Minor Threat: lo que tengas que decirme me lo dices a la cara.

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