Quizá os robó la novia, el bocata en el recreo, hizo el#IceBucket sin donar ni un céntimo a la causa, se fue de bareteo con vosotros y se largó sin pagar ni una ronda, yo que sé… La cuestión es que un runner de pro jamás se rinde, jamás sale derrotado, jamás se le pegan las sábanas; un runner de pro siempre lucha contra molinos de viento, siempre sube la apuesta aunque no tenga un duro en el bolsillo y siempre tiene algo y, sobre todo, alguien con quien descargar su ira y excusar la mediocridad de sus resultados cuando cree que ha tocado fondo. Y ese alguien, por desgracia, tiene nombre y apellidos: es el tío del sofá.
¿Qué tu entrenamiento ha sido una mierda? Seguro que hay alguien más lamentable que tú participando en Mujeres, Hombres y bizebersa, aunque luego descubras que a los tetes también les gusta salir a correr tanto como demostrar que se puede sobrevivir con un exceso de hormonas y una falta total de neuronas…
¿Que hoy no has hecho marca? Jamás la hará el que se pasa todo el día dale que te pego al Call of Duty, aunque luego te des cuenta que a ti también te mola desconectar echando una partida.
¿Qué una lesión no te permite ponerte a la altura de Kimetto? No pasa nada, siempre habrá alguno que no lo intentó porque se cruspió todo Juego de Tronos en una sola noche tumbado en el sofá en lugar de salir a entrenar, algo que a veces hacemos y que no entiendo el porqué debemos renegar.
¿Por qué es necesario que cada vez que las cosas no te salgan como quieres tengas que excusarte en que alguien lo hace peor o directamente no lo hace? Pensaba que, entre otras cosas, correr era una evasión respecto a todo lo que te rodea y no un yo contra el mundo. Si hay algo que me revienta es el slogan comercial / coelhista que se ha ido imponiendo sobre de la superioridad moral del runner respecto al resto de la faz de la Tierra, como si calzarse unas bambas nos convirtiera por arte de magia en seres excepcionales, cuando correr es quizá justo lo contrario, congratularse de toparse con nuestras propias debilidades.
El del sofá, el del coche que te pita, el que te estorba en el camino, el que no abre la boca lo suficiente ante tus gestas deportivas. Nadie entiende que tú eres el rey del mambo, hasta tal punto que los hemos convertido en la diana a la que apuntar cuando algo no funciona. Sin enemigo no hay motivación, sin pataleta uno no tiene el karma limpio. Quien sabe, quizá de quien intentáis huir es de vosotros mismos, de ese yo anterior del que no os sentís especialmente orgullosos.
Y es que algo estaréis haciendo mal cuando la motivación que encontráis para salir a correr es la de criticar a aquel que decide no hacerlo. Escudarse en un ser imaginario para acabar dándote cuenta que tú también eres un poco ese hombre del sofá y que no pasa absolutamente nada por serlo, no tienes que estar en modo batalla las 24 horas del día.
A veces con ser un poco más humano y un poco menos runner se puede llegar a vivir igual de bien.
