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El kilómetro 1 de la maratón

Km 1 MARATO

La diferencia abismal que existe entre la armonía (eterna) y la gloria (efímera) es la misma que separa el kilómetro 1 y el 42 de una maratón. Y es que yo preparo maratones para que cuando arranque la carrera y pase por el cartel de ese primer kilómetro el único pensamiento que acuda a mí cabeza sea el de es aquí donde siempre he querido estar

Porque una maratón es bastante más que el reto de cruzar la línea de meta, es superior a la icónica imagen de morder una medalla de latón y, por supuesto, está infinitamente por encima de atesorar un diploma con un determinado tiempo acreditativo.

Un maratón es un pacto con uno mismo aún a riesgo de acabar traicionándote; un libro en el que el prólogo de los meses de preparación es el nudo real de una historia que se degusta tan apasionadamente que ni la eventualidad de un decepcionante final te va a dejar un regusto amargo que solo tu orgullo tiende a estirar; una aventura que si se quiere vivir intensamente uno se debe entregar en cuerpo y casi alma a un juego a ciegas donde los resultados no se ven al instante, donde todo se cuece a fuego lento, donde debes confiar en que la acumulación de sinsabores y gratitudes, de jornadas aciagas y otras de memorables, serán los mejores ingredientes para una receta que, te prometo, está de chuparse los dedos. Es un quererte a ti mismo mucho antes de haberte demostrado que realmente valía la pena perder todo ese tiempo maltratándotee un poco.

El kilómetro 1 está ahí y puede que te pase desapercibido porque los honores, los flashes y los titulares se los lleva el kilómetro 42. No resulta extraño, ocurre que sencillamente a algunos no les apasiona tanto el cómo llegaron como el finiquitar con honores el plan previsto, que sin broche final no pueden acabar de disfrutar de todo del cuento, o que quizá un maratón resulte solo un trámite a cumplir al que se ha llegado casi de rebote o solo para quemar otra etapa más como si fuera una jornada laboral. En ese caso, la resolución del jeroglífico les aportará más dicha que el tiempo que han perdido en romperse la cabeza para descifrarlo.

Y es que no todo el mundo vive igual la maratón, y eso es genial ya que da la justa medida a una jornada en la que a veces la épica y las frases de saldo le restan la belleza de lo sencillo: es tan solo correr de un punto a otro y cada uno de nosotros decidimos desde un inicio si un maratón no es ni más ni menos que la suma de experiencias previas o la foto finish con el puño en alto.

Pero yo cada vez que paso al lado del cartel del kilómetro 1 me alegro de haberme decidido otro año más en liarme la manta a la cabeza con una maratón, el levantarme legañoso a no sé qué coño estoy haciendo aquí fuera con este puto frío y ni un alma en la calle, el sacrificar placeres inmediatos por uno que sé que se quedará grabado eternamente en el recuerdo pero que en este preciso momento me-ca-go-en-el-pu-to-ma-ra-tón; el padecer mil y un dolores porque alguien prometió no sé qué de que en contadas ocasiones el esfuerzo tiene recompensa (y no lo sabes pero ya la estás disfrutando); el entrar en fases de pánico al más mínimo roce, empujón o malestar; el convertirme en el ser más ciclotímico de la faz de la tierra y palpar como el sudor frío que me recorre cuando veo el tamaño del envite que he aceptado dice más de mí que el sudor caliente producto de patearme las calles en un bucle hamsteriano; el compartir miedos, risas y empatías con otros seres normales, defectuosos y, por suerte, nada heroicos que están en las mismas y con los que acabaré haciendo las mejores migas. Saber sobrellevar todo eso, disfrutar de los buenos y malos momentos.  En el kilómetro 1 cristaliza toda esa amalgama de sensaciones.

Y es que llego al kilómetro 1 y no me puedo reprochar nada, di todo lo que tenía por estar aquí y ahora solo me quedan 41 kilómetros  más de disfrute. Porque, al fin y al cabo, una maratón no es otra cosa que un homenaje a aquellos que con la perspectiva del tiempo acabarán valorando más el camino que el resultado. Sea cual sea éste, si en los meses previos te has aplicado por presentarte con tus mejores galas a una maratón, solo puedes alegrarte de todo el trabajo hecho. Y esa satisfacción será igual de intensa la corras en dos o en seis horas.

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