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Que le den a los retos ‘fast food’

DEATH BEFORE DNF

Nos guste o no,  llegará un día un tipo que, con la punta de la minga, completará un reto que para el 90% de nosotros significa meses de preparación para llevarlo a buen puerto. Lo hará parecer fácil y seguramente para él sea fácil. El problema no será que haya puesto en peligro su integridad por no seguir los pasos correctos, ya que quizá para él sí que era algo al alcance de su mano y no le supone un coste adicional a su estado físico.

Son pocos, ya que en la mayoría de los casos suelen protagonizar este tipo de desafíos extremos una serie de ultra mediáticos que se quedan a varios pueblos de distancia de lo que vociferan. Pero los hay, una serie de elegidos que por genética, y seguramente venir preparados de otros ámbitos, relativizan (probablemente sin darse cuenta) el sacrificio que para muchos supone enfrentarse a uno de estas pruebas.

Y el problema no serán ellos por estar a un nivel superior, ni tan siquiera que luego comercialicen esos retos para costear su próxima aventura y su modo de vida engatusándote con el tú también puedes (aunque se refiera a practicar deporte más que a clavar sus hitos) al hacerlo extensible a todo ser humano que se calce unas bambas.

El problema será que nosotros nos lo acabemos creyendo de forma literal y decidamos imitarlo. Que dejemos de creer que nuestro quemar etapas no tiene nada que envidiarle a su con la punta del nardo. Que no seamos conscientes de a qué podemos aspirar y cuál es el camino correcto para sentirnos orgullosos de ello. Que, dicho a lo bruto, ya tenemos pelos en los huevos y debemos ser responsables de nuestros límites y actos y saber diferenciar cuánto hay de marketing y de gesto convencido en cada mensaje. De eso ellos no tienen culpa, somos nosotros los que damos el paso.

El problema será que piquemos y asumamos planes de entrenamiento tiránicos condensados en un espacio temporal ínfimo para llegar antes de lo que toca a la línea de salida, y todo por creer que lo importante en la vida es el broche final y no la forma de conseguirlo. El problema será que comencemos a perder la perspectiva de por qué un día decidimos que nos encantaba patear las calles y la montaña, y asumamos un rol de perpetuo enfrentamiento contra nosotros mismos.

Y creo que nos equivocamos completamente. Con solo leer un buen libro o haber vivido un poco nos daríamos cuenta que lo importante no es la resolución sino haber disfrutado del camino, llegar al día D con la confianza de que dimos todo lo que se podía humanamente pedir de nosotros y que eso será lo que al final nos llevaremos de recuerdo. Si algo me ha enseñado correr es lo vital que resulta ser uno amigo de si mismo.

Llegará un día en el que nos presentaremos a la línea de salida con un entrenamiento basado más en las expectativas que en el sacrificio. Y ese día ya no nos estaremos enfrentándonos a un divertido y sufrido reto deportivo, sencillamente nos enfrascaremos en otro juego más macabro en el que apostamos nuestra salud por unos efímeros segundos de egolatría que apenas tienen eco. Porque, guste o no, el que rompas tu crono del día anterior o subas una montaña 3 grados más vertical que la última es algo que le interesa una mierda a la mayoría de los que nos rodean; en cambio, nuestra salud importa a mucha más gente de la que pensamos.

Llegará un día que dejará de hacernos gracia ver a otra gente arrastrándose ya que seremos nosotros los que nos encontraremos en esa situación; quizá ese día dejaremos de compartir (y comerciar) por redes sociales vídeos de corredores al borde del abismo a los que denominamos héroes por ser incapaces de mantenerse en pie y a los que, más que un empujón para animarlos a que se sigan matando, lo que necesitan es que alguien con dos dedos de frente los saque de ahí en medio.

Puede que entonces veamos la trampa que hay detrás de esa frase motivacional que nos obliga a ir siempre un paso más allá para darle sentido a lo que hacemos y que pasa de ser una motivación a un estado de esclavitud social que nos deja permanentemente insatisfechos. Nunca será suficiente porque otros lo habrán hecho antes y mejor.

Correr es un deporte saludable y solo nuestra mala cabeza puede convertirlo en una de las peores experiencias. Bienvenidos los retos ilusionantes preparados a conciencia y disfrutados del primer al último segundo. Que le den a los retos fast food y la agonía gratuita. Prefiero mil veces quedarme contigo viendo como cada día te alegras de dar un paso tras otro.


Imagen creada a partir de una que me pasó @von_grau

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