Aquí las tienes. Nueve meses de gestación para parir cada par, y evolucionando en cada versión desde hace miles de años; en cuanto a longevidad no hay ningún modelo que le haga sombra.
Salvo casos excepcionales, vienen de serie y están hechas a medida para cada corredor. Y se elaboran de forma natural empleando productos de proximidad, de tanta proximidad que es puro roce / puro goce para el que las fabrica; aquí el trabajo no esclaviza, más bien es puro orgasmo.
De kilometraje ilimitado, siempre y cuando las trates con mimo, las lleves a revisar y no te obceques en pedirles más de lo que te pueden dar si tú no aportas tu grano de arena.
Exigen un proceso de aprendizaje y adaptación que, tranquilo, tiene menos desafío que un examen para renovar el carné de conducir. En el momento que te familiarices te darás cuenta que a partir de ese instante no podrás vivir sin ellas.
Y es el único modelo que se presta al tunning, permitiendo múltiples combinaciones: cubrirlas con diferentes tejidos de nombres complicados y explicaciones aún más enrevesadas; meterles por debajo gomas de diferentes densidades y grosores que siempre van a gusto del consumidor y las tendencias del día; buscar la mínima expresión con cintas que parten del valle donde nacen los dedos índice y pulgar y se encuentran dado un rodeo por los tobillos; o apostar por la decoración más llamativa para no pasar desapercibido.
Eso sí, estos accesorios sí que son de pago y no te garantizan que vayas a correr mucho más que lo que tú hayas entrenado (aunque sí te pueden echar un cable haciéndote más cómoda la transición), ni que seas más libre por mucho que el interesado así te lo indique.
Algunos no pican y aún se resisten a cubrir sus modelos, prefiriendo ir a pelo, tal y como se estilaban en los primeros modelos, mucho más robustos que los actuales. Y dejan que sea el propio contacto con la naturaleza, y no productos químicos, los que coloreen su chasis: del rojo al negro en una tirada larga.
Así que déjate de Meta Run, de Ultra Boost, de S-lab y de Gili Speed. Las que te van a hacer disfrutar de este deporte te han salido gratis, las hicieron con el mayor de los cariños los mejores fabricantes del mundo: tus padres, y solo necesitan que las trates con amor y que cada día les insufles algo de vida haciéndoles viajar a ese ritmo en el que te olvidas de que llevas bambas… e, incluso, que tienes pies.