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¿Cuál es tu zona de entrenamiento suicida?

Zonas de entrenamiento kamikazes

Si más que un entrenamiento te ha salido una yimcana, una huida sin respiro de una prisión de máxima seguridad o un circuito americano es porque seguramente estabas haciendo un John McClaine (por favor Bruce, deja de destrozar la saga): estar en el lugar equivocado en el momento equivocado.

También los corredores tenemos nuestros momentos de película con giros de guión tan increíbles como absurdos y con villanos de postín enfundados en sus trajes de gente corriente que hacen cosas de gente corriente. No como nosotros…

A veces pillamos la rutina de un circuito que, analizado en frío, parece sacado de un capítulo de American Gladiators o de esas fugas de pelis palomiteras en las que los esbirros se tropiezan con todo los obstáculos humanos, y también turistas, que encuentran a su paso.

Te persigue un malvado chihuhua de toda la jauría de canes que revoluciona tu parque de recreo, todos los semáforos de la avenida se te ponen en rojo, esa calle por la que debes transcurrir apesta más que un vertedero sin licencia, te salen unos sprints que ni Bolt puesto de anfetas cada vez que pisas una barriada propia de Callejeros, pasas por las terrazas de la acera con la pluma y el parte de accidentes ya en la mano porque hoy te va a tocar cobrar el doble (sobre todo de hostias)…

A veces por falta de tiempo, a veces por esa rutina a la que inconscientemente nos vemos sumidos, elegimos circuitos que no están preparados para correr y que nos entestamos en convertirlos en espectaculares pistas de entrenamiento. Pero ahí seguimos, reincidiendo.

Los corredores, como animales de costumbres que somos, seguimos unos patrones preestablecidos. Uno de ellos es hacer coincidir nuestros entrenamientos a unas horas donde la temperatura sea óptima. En verano está suele coincidir con la primera hora de la mañana o justo después de que caiga el sol.

Te pongo un sencillo ejemplo de mi ciudad, Barcelona. ¿Has intentado salir a entrenar por el Passeig Marítim un viernes o sábado en una noche de verano? En caso afirmativo eres un valiente -a la par que inconsciente-, en caso negativo aquí te dejo  un pequeño resumen de todo lo que deberás sortear si partes desde el funesto y ruinoso Hotel Vela (aka Posada Qatar) hasta la altura del Fórum. Por cierto, la exageración es marca de la casa.

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Lugar: Passeig Marítim de Barcelona.

Momento crítico: Cualquier fin de semana de verano (o cada día de agosto) a partir de las 12 de la noche (ni te cuento la Nit de Sant Joan).

Inicio

HOTEL VELA A BARCELONETA

– Inicio sosegado, mucha pasta mal invertida en ropa de noche hortera (ellas) y barbas estudiadamente desastradas y músculos de caucho (ellos).

– Pilones con un objetivo marcado: tu futuro reproductor.

– Latas de cerveza rodadoras.

– Más pilones capadores.

– Guiris borrachos detrás de sus latas de cerveza rodadoras.

Paquis vendiendo  latas de cerveza rodadoras a guiris que se pasarán la noche siguiéndolas, frustrándose y comprando más latas de cervezas rodadoras.

– Camión de la limpieza haciendo eses sorpresivas.

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Sector 2

BARCELONETA A MARINA

Longboards infructuosamente domesticados por futuros sacos de huesos rotos.

– Otra vez esos pilones más baratos que una vasectomía.

– Repartidores de flyers invasivos que te miran con cara de asco.

– Baldosas más danzantes que las borrachas que ahí justo al lado perreando.

– Adolescentes en fase alpha del coma etílico.

– Armarios empotrados perdonándote la vida con la mirada.

– Puente tan bucólico como puñetero con una horda de culos carpetas en shorts haciéndose los suficientes selfies como para empapelar Bulgaria.

– Cachivaches eléctricos conducidos por monos de feria. Los Segway los carga el diablo y se los regala a la generación de los padres de Magaluf.

– Guardias urbanos en buggies (y bermudas) ocupando todo el ancho de la calzada. Porque yo lo valgo.

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Sector 3

MARINA Y VILA OlÍMPICA

– Otra tanda de paquis vendiendo latas de cerveza rodadoras. Son los mismos que corren más que tú. Jódete.

– Aún más pilones, estos apuntan directamente a tu tibia.

– Proxenetas mostrando material a precios exquisitos.

– Alguien cejijunto que te vende coca cuando todo el mundo sabe que los runners somos más de speed.

–  Nauseabundo olor a fritanga.

– Recién cenados haciendo zig zag al ritmo de su digestión.

– Desmelenada, desvirgada y desorientada despedida de solter@.

– Escalones cabrones que aparecen a traición tras un hilo de palmeras.

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Sector 4

de VILA Olímpica al PaVELLó Mar Bella

– Tierra (o algo parecido). La kryptonita del raner metropolitano («me resta segundos a las series»)

– Agradecido olor a sucedáneo de marisco.

– Calma.

– Brisa traidora pero efectiva.

– Tentador olor a hamburguesa.

– Palmeras destrozatobillos en formación antidisturbios.

– Skaters púbers muy bien vestidos y muy mal formados que parecen que van montados en un toro mecánico.

–  Innecesario puente con forma de grano de pus.

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Sector 5

DEL PAVELLÓ DE LA MAR BELLA al FORUM

– Bolsas voladoras del McDonalds. En el suelo está las auténticas zamburguesas con los restos.

– Descampado similar a un campamento de la mardita droja.

– Canis haciendo trompos a la luz de la luna.

– Conductores cegatos e imprevisibles buscando aparcamiento.

–  Pilones de cemento haciendo de barrera situados con muy mala leche. A ver si se creen que es el Gears of Wars.

Y eso sólo en la ida. Para la vuelta contamos con el aditivo del cansancio, así que modifica Nauseabundo olor a fritanga por Delicioso olor a fritanga y Brisa por Huracán. También hay que anotar que a cada obstáculo de más que protagonice algún elemento humano es un paso más a la misantropía.

Moraleja: Cuelga las bambas, únete a la fiesta y quema los excesos con el sentimiento de culpa de la consecuente resaca. Eso sí, a una hora más acorde del paseo viejuno.

 

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