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Ya sabemos que por norma general el ser humano se pirra pos las listas, ya sea para ensalzarlas cuando están acorde a su criterio o para ponerlas a bajar de un burro si incluyen en alguna posición destacada algo o alguien que odia en lo más profundo de su alma. Y es comenzar a vislumbrar la vuelta de hoja del calendario y proliferar un sinfín de rankings de lo más variopinto: desde la opinión personal al sesudo estudio de campo, y que en este caso nos toca de cerca ya que Barcelona ha sido escogida como la segunda mejor ciudad para la práctica del deporte, sólo superada por Londres, según la revista deportiva Around the Rings (lo sé, yo tampoco tenía ni pajolera idea). Tienen que venir de fuera para que nos lo creamos…
Del ranking (podéis consultar la lista completa aquí) se puede extraer varias conclusiones interesantes: la primera es que las ciudades que han sido sede olímpicas están más adaptadas a la práctica del deporte (ocho ciudades dentro del top ten), también que aquellas que hicieron un esfuerzo para conseguirlo han mejorado notablemente su posición (Madrid pasa del 32 al 13, una ciudad con algunas de las zonas más chulas para correr que te puedes encontrar, no os olvidéis de meter las zapas en la mochila cada vez que toméis el puente aéreo) y, por último, que vista las ciudades que están en lo más alto de la lista se ha contabilizado tanto el número de eventos como su calidad e internacionalidad (hablando en plata: la capacidad para atraer a turistas por motivos deportivos… y que suelen dejarse un pastón).
No podemos negar que Barcelona ha hecho un gran esfuerzo entre vecinos, voluntariado (sin ellos, imposible), instituciones, organizadores y, claro, deportistas para que el legado más positivo de los juegos Olímpicos (ese que no tiene que ver con el tocho y la especulación inmisericorde y sí con el auge de un espíritu deportivo y la reconversión de la ciudad), se mantenga vivo, así queda plasmado año tras año (en esta ocasión hemos pasado del octavo al segundo puesto).
Hemos acogido varios certámenes de primer nivel con un éxito contrastado (hay tenemos los mundiales de natación) y hemos creado algunos propios con éxito contrastado pero, sobre todo, hemos sabido dar un espacio a otros con menos bombo mediático (e igual de sufridos y valorables) y de promoción que muchas ciudades desechan porque no dan réditos inmediatos pero que son la semilla para inocular las ganas de hacer deporte entre la gente y ganarse un respeto generalizado.
¿Qué nos queda? Aun falta conseguir integrar de forma satisfactoria el deporte individual y más ocioso (y aquí incluyo al running) dentro de la ciudad y una sensibilidad mayor con los eventos de carácter popular que consigan equilibrar la vida del vecindario con la práctica del deporte. Algunas sugerencias:
– Un centro de la ciudad que invite más al deporte al aire libre.
– Buscar una solución viable para el problema de la contaminación.
– Mejor iluminación nocturna para la práctica del deporte.
– Un transporte público que se adapte a los grandes acontecimientos deportivos. Pienso en los apilonamientos que se producen en el metro cada vez que se celebra la Marató de Barcelona (Ah, el lunes comienzo a dar de nuevo la brasa con ella).
– Disponer de más papeleras, contenedores y fuentes en las zonas donde se practica deporte.
– Más tolerancia entre vecinos, conductores y deportistas (aquí pecamos todos del estrés que supone vivir en una ciudad de las dimensiones de Barcelona). Aportando cada uno nuestro grano de arena la convivencia es totalmente posible y saludable.
Seguro que me dejo muchas más, así que.. ya sabéis.
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