2ª PARTE: TipoLOGÍA
Dejamos los términos científicos y vamos al grano. Toca discernir a los recortadores según la tribu urbana a la que pertenezcan. Y es que no sólo de curvas anchas viven.
– El que sale un cajón por delante de lo que le tocaría. Una clara secuela de otra de las patologías en el mundo del running: el daltonismo.
– El que enciende su crono 30 segundos después de darse la salida para chulear durante el rato que hay entre que cruza la meta y se cuelgan las clasificaciones de tiempazo con los compañeros.
– El que va en paralelo a los márgenes del recorrido para evitar tener que hacer adelantamientos y tener pista libre. Ahora, malditos los vecinos que se atreven a transitar por su acera.
– El que toma las curvas en un ángulo perfecto para convertirse en una bola de demolición para el resto de corredores.
– El que elige la carrera en función si hace bajada o le faltan «unos metrillos» (léase como «cientos») para completar la distancia publicitada.
– En un circuito a doble vuelta con pruebas de distinta distancia , el/la que se apunta a la larga y como ve que va a petar aprieta y se queda en la mitad de lo pactado como si fuese su idea original.
– El que le pesa la fatiga y está sufriendo más que el corrector del word en manos de Paris Hilton y necesita rascar de dónde sea para llegar a meta y derrumbar su autoestima. Respect, que a veces las cosas no salen como a uno le gustaría.
– El que toma las rotondas por el medio ya que hay que impedir que las plazas conquisten la ciudad.
– El que se salta los puntos de control pero cruza la meta como si hubieran sufrido las mismas penurias que el que llega a su lado. Eso es empatía.
– El que aprovecha un empujoncito del transporte público.
– El/la que sabe que lo mejor llega al final y se apunta a la carrera en los últimos metros.
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