A examen: Cursa dels Nassos 2013

Blogmaldito

hace 9 años

Otro año más que se acaba, otro año más que empieza, otra Cursa dels Nassos a la saca, otra buena patada en la boca a este desastre de 2013 que bien merecido se lo tiene. 11.500 insensatos (o directamente los más listos de su casa, que excusa más chula para no estar enfrascados con los últimos preparativos de la cena de fin de año) recorriendo el centro de Barcelona es una buena muestra de la salud de las carreras populares desde que paso de una simple afición a convertirse en fiebre de masas. ¿Aguantarán las costuras ante tanto enfermo del running?

Nota mental: Pedir a los Reyes Magos que las entradas se escriban solas y no con esta mega resaca encima, o redactarlas antes de pronunciar esa fatídica frase de sí, pero solo una copa.

– Fecha: 31 de diciembre.

– Participación: 11.500 inscritos (contando todas las categorías).

– Precio. 14 y 16 euros (con y sin chip).

– Tipo: Asfalto.

– Distancia: 10 km (homologada).

– Servicios: Guardarropas, avituallamiento líquido en carrera y tras cruzar la meta (agua e isotónica). Liebres.

– Obsequio: Camiseta*.

– Circuito: Llano, céntrico y bastante ancho aunque ya algo justo para la cantidad de gente que se agolpa. Muy apto para hacer marca.

*Que apoquinas con tu inscripción.

– Resultados: Aquí.

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Cosas que están bien

– El ambiente. Junto con la Cursa El Corte Inglés la dels Nassos es, sin duda, la que se disfruta más yendo detrás que haciéndolo delante. Mientras que la mayoría de los punteros suelen apurar aquí sus últimas esperanzas en batir crono, en la parte trasera se juntan también algunos del gremio competitivo (el virus de la marquitis se extiende en todos los cajones) con los que comienzan a celebrar el fin de año con varias horas de antelación. Mucho gorro navideño, los siempre infalibles Papa Noeles (propongo que algún día alguien se vista de Cagatió, eso sería lo más), héroes accidentales, karatekas, todo tipo de fauna y flora visat y por ver, un tío a ritmo de sub40 botando un balón de baloncesto mientras corría (eso mina la moral que no veas), e incluso hasta una banda de heavy con la música a todo trapo. Ya sólo por estas cosas merece la pena quedarse a presenciar como llegan a meta todos los corredores. Es el guateque pre party antes de la fiesta madre.

– La fórmula para recoger el dorsal. Que se escoja el día ayuda a evitar las colas y el colapso típico en carreras multitudinarias. Una fórmula que funcionó a las mil maravillas en Bombers y que en Nassos se confirma como un método que debería ser tomado como referencia para todas aquellas carreras que bordeen o superen los 10.000 inscritos. Así evitamos situaciones como la de la Jean Bouin, liquidando ese efecto abueletes en ferias gastronómicas tan arraigado en el corredor popular de sucumbir al ansia de ir a por todas a primera hora provocando un tumulto (también ayudado por la falta de previsión de los organizadores) que ni en época de rebajas.

– Tiene algunos detalles interesantes. Entre ellos las señales de los puntos kilométricos con ese efecto navideño que a mi me tiene ganado (aunque alguno -el 4, para ser más precisos- daba la sensación que no estaba en lugar exacto donde le correspondía), los carteles informativos grandes e ilustrativos para saber como colocarse el chip o donde está el cajón de salida que a ti te toca (sí, algo que luego nos pasamos por el forro) o el avituallamiento con agua para TODOS (es triste que tenga que valorarlo como algo positivo pero es que hay ciertas carreras que… no se acuerdan de los últimos).

– Servicio de liebres. No es para nada fácil guiar a un grupo de corredores en una prueba con tal densidad de patas afeitadas o peludas (eso va a gustos) y donde además hacen acto de presencia algunos recortadores (que se acaban cruzando por el camino), gente que ha salido desde el cajón que no le tocaba (por lo tanto hay que adelantarlos a mitad de carrera) y aquellos que van sin dorsal (aún más petadas las calles). Y aún así cumplieron con el cometido.

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Cosas a mejorar

– Recortes (aquí pillamos todos). Los recortadores, nos guste o no, ya son parte de la fauna de las carreras masivas, pero un organizador siempre puede poner de su parte para evitar que se acaben convirtiendo en protagonistas de los momentos críticos de la prueba: controlando las curvas problemáticas o limitando con cinta algunos puntos del circuito. De esta forma evitaríamos situaciones como la de la rotonda del Passeig de Calvell que muchos tomaron por dentro al no estar del todo bien señalizado el itinerario correcto. Hasta ahí, la parte que le toca a quienes montan la carrera.

Y ahora nos toca a algunos de nuestro gremio, intentos de Bekele con más o menos éxito: las aceras están para que transiten los paseantes, no para ponerse desde el km 0 hasta la Barceloneta haciendo eslalom en ellas. Que se te cruce a ti un corredor y tengas que rectificar tu trayectoria jode pero es algo que asumo como gajes del oficio (lo que sucede en carrera se queda en la carrera) aunque puede acabar de forma trágica y eso ya no hace tanta gracia (una chavala cayó de boca, empezó a sangrar por la nariz y tuvo que retirarse). Lo que no es de recibo es poner en peligro la integridad de unos vecinos que ven alteradas sus rutinas diarias con el paso por su barrio de una prueba popular. Y me daría mucha lástima que se comience a relacionar la práctica del running con el incivismo cuando se supone que es un deporte que promueve un tipo de valores que están en las antípodas de estos actos.

– La camiseta como síntoma de hacía donde van las carreras populares. No me cuesta insistir: mi valoración de una carrera deja en último lugar la bolsa del corredor y la camiseta, elementos para mí secundarios pero que en según que tipo de carreras puede tener cierta importancia (hay camisetas que son el recuerdo de un gran día). Vamos, que prefiero mil veces tener unos servicios a la altura (un buen hospital de campaña al lado de meta, por ejemplo, como aquí ocurría) y que la carrera sea fluida (el ya clásico sólo he pensado en correr, aquí eso ya no sucede tanto). Ahora, uno y otro concepto pueden ir perfectamente de la mano, no son antagónicos. Y cuando eso sucede: ¡kabooom!

Dicho esto, no voy a negar la mayor, cada año vamos a peor con la camiseta… y algo más. A mi no me disgusta (soy ultrafan del fosforito, tengo ese defecto, que le vamos a hacer), aunque reconozco que languidece comparada con las de anteriores ediciones. Eso sí, ni creo que la del año pasado fuera tan buena ni que la de éste sea tan mala. Es cierto que no es de la misma calidad (se nota sobre todo en el acabado del cuello) pero me parece perfectamente apta para salir a correr con ella sin ningún problema (yo ya he hecho alguna tirada larga). En cuanto al dibujo, pues diremos que sigue la tónica de las carreras en las que el ayuntamiento juega un papel importante: muy poca originalidad aunque, por supuesto, siempre es mejor la tipografía divertida de Nassos que el word style de la Mercè. Pero, claro, aquella cuesta 7 euros (que al final pasan por el consistorio, o sea, indirectamente por tu bolsillo) y Nassos sale a 16.

Y es aquí donde quiero llegar. El principal problema no es que guste más o menos la camiseta, sino que has pagado 16 euros por correr una prueba popular que cada año ofrece un poquito menos por el mismo (o más) precio. Y puede resultar que te encuentres con algunos fallos como un control de acceso a las barquetas que hacen que todo sea un popurrí de dorsales multicolor (reconozco que por atrás es mucho más difícil este cometido pero siempre se puede mejorar), que no se ponga cinta en partes claves del circuito para evitar momentos de tensión al cruzarse corredores, que la bolsa del corredor sólo sirva para portar los flyers, tener un pavellón de guardarropas (genial y efectivo) pero que no te permite ducharse (total, seriamos sólo cuatro gatos los que lo hariamos servir) que haya gente corriendo sin dorsal haciéndote que te preguntes por qué al final tú estás pagando por lo mismo, o que el último día sólo quedaran tallas extragrandes de la camiseta (una mala previsión -yo creo que por fiarse del tallaje de la marca de las ediciones anteriores que no tenían nada que ver con el de la presente- del que han pedido disculpas pero que deja en papel mojado el escoge la talla de la inscripción). Y a nivel general la sensación que deja todo esto es que ya sea por la crisis, por la falta de patrocinios o por hacer caja (eso depende de cada prueba popular, cada una es un mundo) el buen trato al corredor es más una obligación por defecto que el máximo objetivo.

¿Es una buena carrera? Sí, porque cada año que la corro me lo paso de coña. ¿Lo es a este precio? Eso ya es más discutible.

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Preguntas populares / Respuestas impopulares

Soy un principiante ¿es una carrera apta para mi?

Totalmente. Se debate entre lo lúdico y lo competitivo y el primer concepto va ganado al segundo a medida que te vas cayendo hacía la parte trasera del pelotón (delante no están para hacer amigos ni jugando a las canicas). Muchos debutantes, circuito llano y céntrico, espíritu festivo y que permite trotes cochineros sin temor a ser mal visto por practicar ese sano hábito.

¿Puedo hacer marca?

Sí, si no te frenas mucho en los primeros km. Hay tal densidad de corredores que a veces cuesta mucho tener un ritmo constante hasta pasados como mínimo los dos km iniciales. A partir de ahí, si estás bien de piernas, tienes un circuito apto para ir a petar el crono. El único pero es un giro de 180º que es bastante problemático de tomar y tiene una salida angosta de un sólo carril al que creo que se le debe buscar una alternativa para próximas ediciones.