De todos es sabido que el mundo es tan cruel que no permite que dos placeres combinen sin que reporten trágicas consecuencias. Arte y ensayo, moda y respeto, sexo y playstation, Terrence Malick y guión, chocolate y figura… Las cervezas y el atletismo popular no llegan a ese extremo de contraindicación, pero desgraciadamente ocasionan una serie de daños en el que sale perdiendo o bien tu rectitud formal como corredor (y tu hígado) o bien tu vida social. Pero aun así siempre podemos controlar ese riesgo sabiendo hasta qué punto podemos hacer que se revuelquen una con la otra sin lamentarlo terriblemente al abrir los ojos la mañana siguiente.
*Por supuesto, nada de lo aquí descrito tiene por qué estar vinculado a las vivencias personales del redactor.