¿Y si no te gustase correr?

No me gusta correr

Sales del cine aturdido tras presenciar una nueva obra de arte del cine bolchevique de la que no has entendido ni papa, pero mueves la cabeza como señal de aprobación vaya a ser que te tomen por el tonto de tan selecto y sibarita grupo que os habéis reunido ese día en la Filmoteca para dejaros ver. Te inventas tan falsos como rimbombantes adjetivos para explicar las irrepetibles sensaciones que te ha provocado el concierto del nuevo hype de la semana aunque a ti te haya sonado a una broma sin puta gracia sobre el ruido de una lavadora a punto de estallar. Te fuerzas por terminar esa novela generacional que se ha pasado 500 interminables páginas, más eternas que un tacto rectal, explicándote el vacío existencial de un pavo real para después darte cuenta que no te ha contado ABSOLUTAMENTE NADA… pero, oye, lo que importa es cómo lo cuenta.

¿Te imaginas que hubiera gente a la que no le guste correr y lo hace sencillamente porque es lo que se lleva? Pues existe y están más cerca de nosotros de lo que te imaginas.

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