Estamos de acuerdo, el running es una epidemia y sus síntomas se han extendido por la faz del la Tierra de forma irremediable, y aun así es posible convivir con ello sin secuelas evidentes en nuestra vida social. Pero hay otro virus que en paralelo se ha ido inoculando en el cuerpo de los corredores haciendo florecer una enfermedad bautizada con el sabio nombre de marquitis.
La obsesión por romper nuestros propios registros aún no tiene una cura farmacológica (si mantenerla viva: se le llama dopaje…), pero si natural: pasa el tiempo, nuestras piernas comienzan a flojear y el cuerpo se pone en huelga indefinida. Nadie se salva, como el sarampión hay que pasarla una vez en la vida. ¿Estás tú afectado ahora mismo? ¿Y en que grado?